Más de 22 mil tortuguillos fueron liberados en el Orinoco

Más de 22 mil tortuguillos fueron liberados en el Orinoco

La liberación de tortugas arrau y terecay refuerza los esfuerzos de conservación de especies vulnerables en Venezuela y consolida al ZSAA como referente regional en reproducción ex situ y compromiso ambiental.

Esto ocurrió en Apure, específicamente en la playa Cuba y Santa María del Orinoco, abril de 2025. En una jornada que marca un hito para la conservación de especies en Venezuela, más de 22 mil tortuguillos de las especies arrau (Podocnemis expansa) y terecay (Podocnemis unifilis) fueron liberados en las riberas del río Orinoco. Esta acción fue liderada por el Zoocriadero San Antonio Abad (ZSAA), una institución privada ubicada en el estado Apure, específicamente en la playa Cuba y Santa María del Orinoco que ha trabajado durante años en la reproducción controlada y conservación de especies amenazadas.

El evento, realizado en alianza con el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo, el Instituto Nacional de Parques (Inparques) y diversas organizaciones conservacionistas, fue el resultado de un proceso técnico de alto rigor, que incluyó la incubación artificial, la supervisión veterinaria y el acompañamiento constante de biólogos especialistas.
Zoocriadero San Antonio Abad | 22,000 tortugas liberadas

Conservación con método y vocación

Durante meses, el equipo del ZSAA incubó y monitoreó los huevos en condiciones controladas, simulando parámetros naturales como temperatura y humedad. Una vez nacidas, las crías fueron alimentadas con dietas especialmente formuladas para garantizar su supervivencia y desarrollaron gradualmente habilidades motoras esenciales antes de su liberación.

Luis Miguel Farías Vieira, director del Zoocriadero San Antonio Abad, señaló que este tipo de acciones “no solo refuerzan el equilibrio ecológico del Orinoco, sino que son una respuesta concreta ante el riesgo de desaparición que enfrentan estas especies por la destrucción de hábitats y la caza ilegal”.

Farías también explicó que liberar tortuguillos en su entorno natural requiere coordinación con múltiples organismos, así como planificación previa para minimizar el estrés en los ejemplares y garantizar un entorno propicio para su adaptación.

Un aporte al Orinoco y a la biodiversidad del país

Las especies liberadas, arrau y terecay, forman parte de los reptiles más emblemáticos del sistema fluvial venezolano y cumplen funciones vitales en el equilibrio de los ecosistemas ribereños. Su reintroducción masiva no solo refuerza poblaciones naturales que han disminuido drásticamente, sino que también fomenta la conciencia ambiental en las comunidades cercanas.

La actividad tuvo lugar en un tramo del Orinoco cuidadosamente seleccionado por su baja presión humana, calidad del agua y disponibilidad de alimento natural para los neonatos.

Representantes del Ministerio del Ecosocialismo e Inparques valoraron la liberación como una “acción emblemática que demuestra el potencial de cooperación entre el Estado, el sector privado y la ciencia aplicada al rescate de la biodiversidad”.

Más de ocho años por la vida silvestre

El Zoocriadero San Antonio Abad ha desarrollado una trayectoria destacada en la reproducción de especies silvestres bajo estrictos parámetros técnicos y legales. Desde su fundación, ha trabajado con especies como el oso melero, la guacamaya bandera, la babilla y múltiples reptiles, siguiendo estándares internacionales como los establecidos por la CITES.

En paralelo, ha impulsado acciones educativas y campañas de sensibilización sobre el valor de la fauna silvestre en Venezuela y la necesidad de su protección. Su labor, en constante coordinación con entes públicos y privados, lo ha posicionado como uno de los centros de conservación más activos del país.

Un futuro con más libertades y menos amenazas

La liberación de estos 22 mil ejemplares representa mucho más que un logro numérico. Se trata de un mensaje de compromiso ambiental en tiempos en los que muchas especies enfrentan su posible extinción por actividades humanas.

“Esto no es un acto aislado. Es parte de una visión integral que entiende la conservación como una herramienta activa para la sostenibilidad”, concluyó Farías Vieira.